He yo blasfemado contra la vida al intentar de huir de todo vinculo familiar, hullendo, cambiando de hotel y de provincia en cuanto no me sentia mas extranjero a los muros de mi pieza?. Y sobretodo, cuando los otros bailaban, yo lloré los eternos lamentos del niño mal concebido. Yo nunca me he querido. Pero yo me creí a veces superior. ¿ Pero, porque ? Más noble que la burguesía honesta en donde vivimos, más alto que aquellos que la meta era de tomarle el gusto a la vida y de preservar la paz de los suyos. ¿Que me dieron los libros, sino la ilusión de ser un principe ? Una irremediable distancia entre yo y los mios. O bien, cuando no me gustava mas en creer a mi rol profético, yo era el último de los últimos, pero mi lodo no era que un lodo de teatro y no llegué a caer a tan bajo.
<p>Esta edición ha sido realizada con la ayuda de:Association Française d'Action ArtistiqueSociété des Auteurs et Compositeurs DramatiquesService de Coopération et d'Action culturelleAmbassade de France en Espagne. Texto traducido dentro del contexto de Tintas-frescas con la iniciativa de la AFAA.</p>