Snorkel se articula como una danza de voces, retazos de historias quizá parecidas a las nuestras, conscientes de que son el eco de las voces que poblaron una fiesta que ya acabó. A pesar de todo, optimistas y ridículamente pacientes, apuran las botellas y pellizcan los restos de pastel que otros no quisieron. Y observan las manchas pegajosas sobre la moqueta. Y quizá como nosotros, atrapadas en algún lugar extraño entre toneladas de chatarra espacial y los efectos del cambio climático, y durante una cantidad inexacta de tiempo... sonríen porque saben que, una vez acabada la fiesta, ya no hay nada que perder...